Hombres de mares y jóvenes
aventureros no nacen a menudo
en el mundo entero.
Valores, destrezas y viveza deben
poseer y Joseph Conrad los
solía tener.
En mercantiles franceses
emprendió a navegar, pasando
por destinos como el Continente
Australiano y el Océano Índico.
Su universo imaginario deseaba
encontrar, pero mejor aún concluyó
escribiendo hasta más no bastar.
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